¿Qué aporta la neurociencia al mundo del aprendizaje?
Por lo que concierne a la
neurociencia en la educación, hoy día hay diversas pruebas de cómo un ambiente de
aprendizaje equilibrado y motivador requiere a los niños de un mejor
aprendizaje. Es por ello que los niños aprenden “socialmente”, construyendo
activamente la comprensión y los significados a través de la
interacción activa y dinámica con el entorno físico, social y emocional con los
cuales entran en contacto.
La neuroeducación recomienda que durante los primeros años de vida los
niños estén en contacto con la naturaleza y no se les fuerce a permanecer
sentados y quietos mucho tiempo, pues a esas edades es cuando se construyen las
formas, los colores, el movimiento, la profundidad… con los que luego se
tejerán los conceptos. Para poder madurar, es decir, crear nuevas redes de neuronas, el cerebro
necesita experiencias nuevas. De los 10 a los 12 años, en cambio, el cerebro
está específicamente receptivo a aprender aptitudes, por lo que es el momento
de potenciar la comprensión de un texto y de que aprendan a razonar de forma
matemática. Y, en la adolescencia, el cerebro es plenamente emocional y choca
con el actual modelo
educativo que en esta etapa les obliga a aprender biología, física,
química… materias totalmente racionales.
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